Debería aprender algo
de la melancolía que deja
tu cuerpo entre mis brazos.
No podré mientras dure
esta ceremonia del placer:
las certezas de los goces...
Ya disuelto el frenesí y su ráfaga
(ese aliento fugaz que nos ampara)
se hará inexorable la imposibilidad
de conjugar la palabra que nos una.
Te tenía y ya te fuiste.
Distante, seré ahora mi pasado
y un incierto, neblinoso futuro.
Para vos, el presente continuo
y promesas de delicias fecundas.
Sin cargas de verdades a medias,
sólo con labios y piernas rotundas... |