Soy uno más en la larga lista
de aquellos que quisieron
descifrar el enigma.
Reconozco todas las
aproximaciones aunque también
me han llevado al ciego callejón.
¿Sirve el intento con el misterio impune?
Si el saber no libera y la lúcida conciencia
oprime, ¿no es mejor claudicar?
Me gustaría preguntárselo
a Oscar Wilde en el París de aquellos
últimos y grises, opacos días... |