Pregunta Pélope: “¿Cómo fue
entonces que te convertiste en
mi gran benefactor, poderoso dios?”
Responde Poseidón: “Culpable ha sido
tu inmensa belleza, mayor todavía cuando
de la prueba del caldero saliste resurrecto.”
Insiste Pélope: “Ni el mínimo recuerdo
tengo de ello. ¿Cómo fue que terminé rey,
y que olímpico vencí en dorado carro con alas?”
Explica Poseidón: “Fue tu premio y mi deber,
tras gozar de las delicias de tu ardiente juventud
en el andreion, como hiciera Zeus con Ganímedes.”
Se sorprende Pélope: “Es extraño. Vago sueño es
todo eso que dices para mí. Sólo vuelve a la memoria
una hermosa mujer que desposé, y el sabor del triunfo.”
(Piensa silencioso Poseidón: “¡Ah! Los jóvenes y su
inevitable ingratitud. Para él, lo nuestro fue un trámite
al poder. Y yo aquí, adorándolo por toda la eternidad...”)
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