Insomnes, discuten los sentidos en la madrugada
sobre el evasivo concepto de la perfección.
Dicen los ojos:
“Recuerda que la has visto en los esclavos de Miguel Ángel.”
Dice el oído:
“Recuerda que la has escuchado en las arias de Mozart.”
Se alían tacto, gusto y olfato y emiten el irrefutable veredicto:
“Recuerda que la has gozado aquellas noches,
cuando en este lecho en el que ahora das vueltas
palpaste su carne, saboreaste su piel y te emborrachaba su olor...”
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