El poeta chileno Nicanor Parra, flamante Premio Cervantes, tiene entre sus muchas líneas famosas una que ya es parte de la memoria colectiva: «Los poetas bajaron del Olimpo…». Y bien: este nuevo libro de José Trujillo ratifica con creces ese aserto. Ya hemos hecho notar, en otra oportunidad, la amplitud de registros del autor expresada en sus poemarios anteriores (los cuatro volúmenes titulados Poemas heterogéneos), su capacidad de asombro ante lo -en apariencia- banal cotidiano junto a los interrogantes sobre el destino, y una intensa religiosidad de fondo, como en su poema “Carta al Cielo”.
Este nuevo opus poético, que forma parte de una serie de libros que comparten un mismo título y temática, toca otras cuerdas muy diversas. Y en muchos tramos lo hace en un tono irreverente, que lleva a pensar en muy posibles devociones de Quevedo y de El Aretino. Pero, además, da cuenta de intereses culturales múltiples, como en «El Satiricón de Praga»: “La pornografía de los checos, hoy en día, / es un cóctel con las bacanales de Petronio, / la sensualidad de los cuerpos de Caravaggio / y la fascinación por la juventud de Bertolucci…”. O la cita cultural-humorística en Aquiles y Patroclo:
Dice Aquiles: “Parece que en / el mundo de los vivos discuten / aún si hemos sido amantes.” // Contesta Patroclo: “No hagas / caso, Aquiles, no te inquietes. / Es de pura envidia, nomás…” Varias conversaciones en idéntico estilo desenfadado irrumpen en esta sección del libro, bautizada: Diálogos en los Campos Elíseos. Como en el comienzo de Poseidón y Pélope: “Pregunta Pélope: “¿Cómo fue / entonces que te convertiste en / mi gran benefactor, poderoso dios?” // Responde Poseidón: “Culpable ha sido / tu inmensa belleza, mayor todavía cuando / de la prueba del caldero saliste resurrecto.”
Los restantes capítulos (Principio a manera de dedicatoria; De breves pasiones; En las artes y en las ciencias; Memorias del cuerpo; Poemas poliédricos; Despedida), tañen también otros matices, sin excluir lo reflexivo, la nostalgia y el sentimiento amoroso: “En toda frase, / en toda humana palabra / es tu voz la que responde…”. O la destreza para rematar un breve poema que parecería querer parodiar el gesto de una demostración o axioma científico, al proponer: “No puede decirse que adquiera rango de teorema, / pero una demostración cabal del vínculo existente / entre comida y sensualidad es el deseo irrefrenable / de los hombres maduros por los jóvenes camareros…”. Y a partir de la intuición de que el poema transcurre no sólo en el sonido sino asimismo en el espacio, Trujillo afronta en Poemas poliédricos otro tipo de dificultades en cuanto al dibujo poético sobre la página, su respiración. Así, la alternancia rítmica del poema «Fina estampa»: “fina estampa caballero / fugacidad de sus ojos / una veredita alegre con luz de luna o de sol / veo que parte usted ahora / quién te pudiera guardar…”
En suma: fidelidad a la voz y a los sentimientos propios, en un autor que no teme al riesgo de ser simplemente él mismo.
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