Raro periplo el tuyo:
De caballero andante a pordiosero.
Tu santidad es única.
La del amor fraterno a todo lo creado
Por Aquel que nos imaginó.
Desconfiabas de las palabras de los
Hombres. Y prohibiste los libros.
Tus hojas de lectura eran los pétalos,
Las alas, o el alma de Clara.
Incluso las hogazas de pan,
Única demanda al mundo de los cuerdos.
Los estigmas que te fueron otorgados
(O que tu necesidad produjo)
Fueron la cima. Después de ellos,
Tu cuerpo abandonaste. Sus escombros,
Tísicos quizá, entregabas a las ratas.
Aun a ellas procuraste así alimento.
Cristo medieval fuiste Francisco,
Sin resucitar al tercer día ante nosotros.
Porque presente quedaste en todo lo
Formado, feliz de ser pústula impura
O blanco lirio, en el campo perfumado. |