Una es compacta, la otra etérea.
Una es ávida de mimos, la otra los elige.
Una necesita expresarse en el movimiento perpetuo. La
otra observa.
Una lloró tristemente cuando la otra estuvo enfermita.
Y ahora las dos ríen. Y todos reímos con ellas.
Una se llama Pilar. La otra Milagros.
Son mis sobrinas.
¿Sabrán sus padres alguna vez cuánto les agradezco que
las hayan traído a la vida? |