Mañanita fresca, sin caracolas...
La mar que susurra, la brisa y las olas.
Me lleva y me traga la espuma plateada,
Siento ayes de penas: hablan las sirenas.
¿Qué buscan, qué traman estas pitonisas?
Cabellos con algas, escamas doradas,
Dones de poetas y de profetisas...
¿Acaso adivinan esto que me pasa?
Es cierto, lo saben y al fin me lo dicen,
Revelando algo que en mí se ocultaba:
El amor por ti, celoso tesoro que así,
Con silencio, de otros resguardaba.
Mañanita fresca, coro de sirenas...
¡Adiós mis amigas, vuelvan a sus penas!
Oráculo fueron, y como Pandora,
La secreta caja este día abrieron.
Mas ningún desastre de ella surgió.
Sí dulce cariño, que por ti nació.
¿Habrás de saberlo?
“Quién sabe, quién sabe...”,
Parece que escucho.
Mañanita fresca, sin caracolas...
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