Una coya, con sus ovejas,
Reclama dinero por una foto.
Otra solamente saluda, gentil.
Una más, maneja diestra su celular
En el descanso de negocios fronterizos.
Niños que juegan y trabajan
Entre piedras talladas, bicicletas,
Pinturas rupestres y computadoras...
A la sombra del árbol amigo,
Bajo un fuerte sol y nubes espesas,
Cavilo sobre mi recorrido jujeño:
Estuvieron aquí el curaca Viltipoco y su gente.
Restan intactos retablos jesuíticos de oro.
Hubo un codicioso Marqués novelesco
Que gustó de pintura y fervores católicos.
Los valerosos indios en el Ejército del Norte
Acompañaron al persuasivo general Belgrano.
Debieron luego sublevarse, por indignos tratos,
En Quera y en el Malón de la Paz.
Se sumaron años de despojo y vergüenzas.
Inevitable y rara sensación, sentirse gringo
En esta querida provincia argentina.
Me pregunto, al fin, sobre las nociones
De país, nación, cultura y compatriotas.
No me animo a sacar conclusiones.
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