La poesía es como la fuerza gravitatoria:
Presente aunque no tengamos conciencia.
Y es como el amor, que debe ser deseado.
Y si tiene usted dudas de esto que le digo,
Haga lo siguiente: ingrese al Jardín Botánico
Con un radiante sol de estío que vira a otoño.
Siéntese en el banco de la fresca glorieta.
Mire alrededor las estatuas de belleza clásica
(¡Y a la niña entusiasta diciendo que le gustan!)
Tome en su mano el ramo de flores silvestres
Que alguien, sin saberlo, dejó allí para usted.
Contemple en el césped los pétalos de potente color
Y la mariposa que sobre ellos despliega acrobacias.
Escuche cantar a las cigarras, los loros y el bichofeo.
Deténgase en el tambaleante recorrido de hormigas
Que parecen, como Atlas, llevar el mundo a cuestas;
Y en el gato negro de ojos intensos, que se relame...
Sienta los perfumes que van y vienen, que se mezclan.
¡Dígame ahora si la poesía no es tan cierta y exacta
Como el teorema de Tales y la ley de Newton! |