menu Jose Maria Trujillo Contacto Prosas Azarosas El deseo dice su nombre Poemas Heterogéneos Presentación
 

 

  Prosas Azarosas  
 

 

 
PESADILLA FÁUSTICA

     Insoportable. Esa era la palabra. Seguramente habría otras posibles, incluso varias, que complementarían las sensaciones vividas. Pero insoportable sintetizaba todo. Lo curioso -eso lo supo después- es que sólo en ese momento tuvo plena claridad de qué era en realidad lo que se le hacía insoportable. Después, con el correr de los días, algo fue mutando, y el horror se desplazaba por completo hacia la pérdida del objeto amado. Incluso en el primer momento ese era probablemente todo el problema. Pero no, evidentemente en ese instante y sólo en ese instante había podido ver algo que nunca había visto, sentir algo que nunca había sentido anteriormente.

      Todo se reducía a un recuerdo, a un simple y breve recuerdo que la memoria visual le traía una y otra vez a la mente. Guillermo estaba parado luego de haberse duchado. Estaba parado al lado de la ventana, la luz daba plenamente sobre él. Sólo tenía puesta la toalla, enrollada en la cintura. Se movía con gracia, y sonreía... Casi no había carga erótica en todo eso. Tampoco sentía en ese momento que él amara a Guillermo (de eso se dio cuenta después, como de tantas otras cosas). No, la sensación era menos absoluta, más sencilla. Era la vida entera la que estaba allí. La de Guille, la suya propia y la de todos los que han vivido y vivirán. Fue feliz viéndolo. ¿Había sido tan feliz alguna otra vez en su vida? Eso es difícil de contestar, ya que uno suele sentir que los momentos maravillosos siempre superan a los otros ya vividos (y por supuesto a los que vendrán). En realidad poco importa. Pero si tuviera que contestar, diría que nunca había sido tan consciente de su felicidad, de la emoción de estar vivo, del deseo de conocer al otro.

     Ese era el recuerdo. Simple, pequeño. Entonces, por qué había desatado ese abismo, ese descenso a la oscuridad absoluta? Evidentemente todo se manifestó después que Guillermo le escribió diciéndole que se mudaba lejos. No se verían. Lo iniciado no continuaría. Era claro que lo angustioso era eso. El hecho de no volverlo a ver. No se conocerían más, no hablarían, no harían el amor. Así. De un momento para el otro. Eso explicaba toda la necesidad de recordar los momentos vividos, y era lógica la desesperación por no vivir otros más, juntos.

     
    Siguiente
 
   
José María Trujillo
Copyright © 2010 - Todos los derechos reservados

Presentación - Poemas Heterogéneos - El deseo dice su nombre - Prosas Azarosas - Contacto
D & P
Siguiente